miércoles, 26 de septiembre de 2007

La cómoda indignación (rsd)

No existe sentimiento más cómodo que el de la indignación. Es el erizar de la piel cada vez que vemos algún tipo de injusticia o mal comportamiento sucediendo y lo observamos de forma crítica, nos sonrojamos por un buen tiempo, alzamos nuestra voz interior y pasmados seguimos nuestro camino sin prestar mayor atención a lo sucedido. Cuando nada hacemos, esa es la indignación actuando. Nos indignan los huecos en la ciudad, la forma de trato entre ciudadanos, las faltas a la ley, el tipo que sale de transmilenio y se pone de primero en la fila obviando el tiempo de los otros y el orden que han establecido. Nos indignan los columnistas, los candidatos políticos, la cosa política. La indignación se me antoja en la misma metáfora del resentimiento y odio, es un veneno que tomamos nosotros para matar al otro.

La indignación es algo que consume y termina saliendo, ya sea contra las personas equivocadas, contra uno mismo en forma de mal genio y dolor de cabeza o simplemente se va evaporando producto de la mala memoria del corto plazo. Sin embargo, de la indignación aprendemos, terminamos conociéndola y logramos controlarla, es decir, lo que antes me llevaba a un pre infarto hoy solo es observado y los sentimientos subsecuentes a la indignación son mucho más pasivos.

La indignación y la crítica son hermanas inseparables, porque si algo indigna, es criticado, ya sea de forma abierta o privada, pero después de la una siempre viene la otra. Y la indignación-crítica define una buena parte de las personas, por más que me duela decirlo, el partido de la U pudo plasmar esto en una de sus vallas para atraer candidatos, ¨Deje de criticar, hágase candidato¨. Y aunque en este caso se lleve al extremo, yo invito ¨Deje de indignarse, no critique más, actúe¨.

A nuestros fieles lectores pido disculpas por la similitud con una anterior entrada, las razones para repetirme en el tema es que el ambiente de indignación nos inunda de forma más vehemente cada vez. Así lo hizo Juan Carlos Echeverri en una ridícula columna en días pasados en El Tiempo , con todos los tintes de wanna be candidato o receptor de favores desde la futura Alcaldía. Recomiendo leer esta columna, es una divertida sátira y buen ejemplo de mi punto, la parte más ridícula fue la grandilocuencia que solo la cómoda academia brinda, ¨deberíamos comportarnos como el Sur Este Asiático¨, menos mal se le ocurrió, no solo se indigna, critica, además da la cura, ha nadie se le ha ocurrido. Si deberíamos ser como Suecia, Noruega, Suiza -sé que no son estos los países del sureste asiático- ver a China, Japón, Tailandia, si algo he aprendido en Economía es que observar no alcanza para replicar.

Al obviarse el problema y simplificarse hasta el mínimo ridículo, todo es fácil de solucionarse. Así es la indignación, simplifica todo hasta el mínimo enojo y con eso los ojos del ciudadano se iluminan. Y aún así las cosas siguen pasando, más capos caen, más políticos son enjuiciados, más ciclos cínicamente repetitivos y aún así, no se hace nada. Colombia es indignación.


El link al artículo del citado columnista es http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/juancarlosecheverry/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3735033.html

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