martes, 13 de marzo de 2007

Lo que nunca escribí

Me gusta pensar en solitario, sufro del mal de hablar conmigo mismo, en voz alta o en pensamientos, imaginando realidades paralelas. Tengo en mi haber dos premios Nobel -Economía y Literatura-, varias medallas de honor por ser miembro de cuerpos elite antiterrorista y, por si fuera poco, innumerables entrevistas en revistas y períodicos de circulación nacional e internacional. Los aplausos van y vienen despues de uno de mis discursos y mis escritos son aclamados por todos y todas -bajo las nuevas reglas de la inclusión de géneros-. Confieso que soy un soñador -o un niño muy grande-, que de tener el tiempo, tendría más de 1000 profesiones, según dicen mis más allegados amigos.

Entre las 1000 profesiones sobresale la de escritor- en busca de este sueño ideamos con el equipo el blog- y bueno la introducción a este mundo ha sido grata. Sin emabrgo en ella debo comentar he encontrado una incesante e incómoda frustración, el descubrir que los títulos que siempre quise poner alguien ya los puso. Comencemos por Milan Kundera y su Insoportable levedad del ser, la magia que tiene este título - no sé si la obra pues aún no acabo de leer el libro- lo dice todo sobre lo insoportablemente leve que es el ser - si me hago entender-, que palabra con más peso que insorpotable -Muy incómodo, molesto y enfadoso- acompañada de una estocada final de leve -Inconstancia de ánimo y ligereza en las cosas-. Nos ofende y enamora al mismo tiempo, me pesa todos los días cuando quiero escribir algo y el mejor título para cualquier escrito empieza por las dos mismas palabras Insoporable levedad.

De vuelta al cono sur me encuentro con un poeta que admiro y de quien domino un par de poemas, Neftalí Ricardo Reyes alias Pablo Neruda. En su libro, titulado Confieso que he vivido -autobiografia de si mismo y su obra-, expuso las ultimas palabras de mi mejor discurso imaginado -especialmente los de aceptación del Nobel-. Este título es cada comienzo y fin de parrafo de un vida feliz o triste, amargada o gosoza, una vida a fin de cuentas. Si pudiera robarme esas palabras las usaria una y mil veces, confieso que vivo, bien o mal pero vivo, confieso que pase por estos lados, veni, vidi, vici. Neruda escribió lo que yo quería escribir, se lo llevo de mi mente incluso antes de haber nacido.

Sin embargo el arte de escribir lo que siempre quise decir no se circunscribe a grandes exponentes de la literatura; entre otros títulos que fueron arrebatados se encuentra el reciente El olvido que seremos de Hector Abad Faciolince, El amor en lo tiempos del colera y Crónica de una muerte anunciada de Garcia.

Al selecto grupo, de frases y palabras que otros dijeron por mi, debo agregar a grupos como Maná y Soda Stereo con Me vale y Gracias totales, la relación con la música es un poco más compleja, cantaron y agradecieron como yo quise hacerlo, o quise hacerlo por que ellos lo hicieron. Cuantos versos inexplicablemente míos, Usted se me llevó la vida y Volver con la frente marchita.

Cuando pienso en lo que nunca podré escribir, pues alguien ya lo hizo, el único remedio es pensar en este Amor en los tiempos del cólera qué como crónica de una muerte anunciada, me convierte en el olvido que seremos. Pero me vale, pues hoy, al volver con la frente marchita, no queda más que pensar que la insoportable levedad del ser, se me llevó la vida.


Gracias totales

Edición Si, el "si mismo" sobra en autobiografía. Gracias. Sin embargo lo utilicé pues Confieso que he vivido habla tanto de la vida autor como de sus escritos.

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